Cuando la luz del Sol nada en los océanos

La capacidad de dispersión de la luz no es igual en las diferentes zonas oceánicas del mundo


Si bien la luz brinda al ser humano la posibilidad de observar lo que le rodea, al sumergirse en el mar las cosas cambian: a cierta profundidad los colores de plantas y animales acuáticos es distinta y al ir más abajo llega un punto en el que la oscuridad se adueña del fondo marino. ¿Por qué?


Para explicar el fenómeno hay que tomar en cuenta que al llegar al mar, el espectro de luz visible sufre algunos cambios físicos: por una parte la reflexión provoca que la superficie oceánica devuelva cierta cantidad de luz de la que incide sobre ella, por otra parte la refracción logra que los rayos cambien de dirección al entrar al mar y la extinción se refiere al grado en que disminuye la luz conforme penetra en el medio marino.

Mientras que los infrarrojos son los encargados de transmitir energía calorífica al agua y son absorbidos en los primeros metros, la ciencia ha estimado que de manera general, las radiaciones que representan los colores rojos y anaranjados son «digeridas» por el agua a cortas distancias de la superficie y los verdes y azules penetran a mayor profundidad.


Pero no solo depende del comportamiento de la luz. Una vez propagadas por los océanos, las ondas electromagnéticas del rango de luz visible para el ser humano son absorbidas y retenidas de manera distinta por el agua según su agitación, temperatura, transparencia y las partículas que se encuentren “flotando” en ella; razones por las que el viaje de la luz por los mares puede variar.

Para ejemplificar el fenómeno lumínico imaginemos un buzo que desciende en el mar; en los primeros metros de profundidad los colores parecen ser los «mismos» que fuera del agua, pero entre más hondo va, su ojo comienza a percibir la flora y fauna con tonos cercanos al azul y lejanos al rojo en caso de no apoyarse de un potente reflector que le permita ver los tonos reales. Es aquí cuando gracias a los conocimientos de las propiedades ópticas de la luz se han desarrollado luminarias, cámaras fotográficas y cinematográficas submarinas que permiten distinguir los colores reales en el fondo marino.


Esquema que muestra la extinción de distintos tipos de luz en el mar.

La zona  oligofótica, que comprende de los 200 a los 1000 m de profundidad, aproximadamente, no recibe suficiente luz para que los organismos puedan hacer la fotosíntesis, pero, en cambio, sí recibe suficiente luz para que la visión todavía sea el sistema de orientación más empleado. Así pues, en esta zona, los animales ven y son vistos, por lo que encontramos numerosas relaciones de depredación y de huída de los depredadores. Entre las estrategias que adoptan muchos de los organismos para no ser vistos, hallamos la de ser transparentes, reflectores de la luz o muy delgados. En cambio, para ver mejor, numerosos animales presentan grandes ojos que les permiten la visión en esta zona menos iluminada. Muchos de los animales que viven en esta zona suben hacia la zona fótica cuando se hace de noche. Esto implica la migración diaria de, aproximadamente, el 30 % de la biomasa marina entre estas dos zonas. Los pequeños organismos planctónicos recorren solo unos 20 m, pero los animales más grandes, siguiendo sus fuentes de alimento, pueden subir y bajar unos 600 m a diario en la columna de agua.

Cada día numerosos organismos realizan migraciones verticales; algunos se desplazan hacia la superficie desde grandes y oscuras profundidades y vuelven posteriormente a estas.



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