El mar: fuente de vida





 La teoría más aceptada acerca del origen de la vida es que el mar, junto con su interacción con la tierra y la atmósfera, contó con las características que iniciaron las primeras formas vivas en el planeta. Por ello, no es de sorprender que en este ambiente se encuentren representados todos los taxones (niveles de clasificación de los organismos) conocidos, desde una arquea (constituida por una sola célula) que forma parte de un tapete microbiano en el fondo del mar (por ejemplo Methanococcus jannaschii), hasta una gran ballena azul (Balaenoptera musculus), que recorre grandes distancias por el océano.


Un ecosistema, entendido como la entidad formada por elementos bióticos e inorgánicos que interactúan entre sí, se divide a su vez en subsistemas. A grandes rasgos, se pueden hacer dos grandes divisiones del medio marino: el ecosistema pelágico o alejado de la costa y el ecosistema béntico o que pertenece al fondo del mar.


Ya que hemos analizado las principales características fisicoquímicas del ambiente en que viven los organismos, hablemos de las comunidades, que están formadas por especies que se presentan en conjunto en el espacio y en el tiempo.


Como parte del ecosistema pelágico se encuentra la comunidad del plancton, que se caracteriza por estar compuesta de organismos con un movimiento mayormente involuntario que sigue el ritmo alterno de los días y las noches (aunque también se han registrado migraciones verticales, por ejemplo las que realiza el quetognato Sagitta hispida











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